Arrojo mi vida a
través del muro histórico,
preparándome para volar, mueren mis
sentimientos hacia ti,
mas crecen según te aproximas a la clausura.
Matarme han tenido
para que pienses en lo inapreciable de tu legado,
en mi inexorable retirada, en lo paradójico de tu pintura...
Aquel día que te diste a
conocer, bailando sobre las olas que nos recubrían casi por completo,
llovían estrellas
mientras me enseñabas la magia de lo no eterno.
Apoyado en tus palabras, te acerqué mi aliento,
rezando aún sobre las
frías sangres, esmerándose por renovar su riego.
La sombra de nuestras
manos se ceñía a lo inerte,
Y tenerte había sido siempre mi castigo.
La vida, poco navegante,
nos había sido arrebatada con cada embestida del oleaje,
tu sonreías,
tímido e impaciente,
complaciente y sentido...
Me miré el filo de un diente en cada gesto,
quise saber la composición del mismo -y de cada
molécula que nos recubría, de cada verso que por ti escribía- no era oxígeno lo que al
agua componía:
fuego y mar,
mar y acero,
acero y luz de luna,
sal y
azúcar,
prisas y esmero...
Después, tú quisiste
oírme latir, aún no confiabas en los muertos, no bastó sacarme una
a una las espinas, ya que el proceso preferiste tú hacerlo.
-Pon tu mano en mi cuello,
siente mi vena temblar, no soy humano sino alma...Y ahora, ¡calma
mis gritos con veneno!
Pon tus dientes en los
míos, y dime tú de qué están hechos, saca la mano de la barca,
deja que me acerque al riachuelo-
Caímos juntos sobre el
subsuelo, el mar de plata ondeaba en nuestra dirección y a cada
salpicada mi puño se enderezaba y mi cabeza tocó tu lienzo.
¡Cómo quisiera inspirar
tus pinturas! Y ser nombrado al fin tu siervo, tocas mi frente con
ternura y así lo negro se hace eterno...
Negro el cielo que no luce
y tus cabellos también
son negros,
oscuros los peces con sus
bruces
y vacuo silencio que no
requiero.
Aún tengo minutos de vida, por los que irremediablemente espero, se despide tu amado Federico, a la cola de los mártires y de los cañonazos de fuego
Inspirado en Federico
García LORCA y Salvador DALÍ