sábado, 31 de mayo de 2014

Mi trigésima maravilla.

El columpio de mi existencia se abalanzaba sobre ti, tímida quizás, inquieta por conocer cada entresijo de tus pálidos ojos.
mi sueño poseído por tus inexistentes caricias, fríos te quieros 'hilos de oro escondidos entre besos'. mensajes agradecidos a destiempo. gritos como regalos venideros.
me amabas en secreto, un secreto que nunca me dirían, el grito mudo no proclamaba sentimientos y pensarte apagaba mi luz. y quererte mis momentos. y noches en vela al tú correr un tupido velo.
preferí al humano incorrecto, tan incorrecto que yo sonreía, tan imperfecto que la perfección nos unía, el único diablo con el que mi inferioridad se entendía.
el alma estaba ciega cuando el corazón ni respondía. mis monosílabos poseían la angustia de no ser correspondida. compartíamos piso en la calle noventa y cinco, no colgué ni cuadros tras meses de esperarte con ahínco!
el cariño de tus allegados, incomparable con el amor del ser amado, aquellos sufren por ti mientras solo el vacío llora por ellos. citados te aman cuando tú ya no buscas consuelo.
mi trigésima maravilla eras. y el grito que susurraba tu ego, la voz más bonita del mundo y la piedra de un pequeño mechero.
tu nombre se autocorige en mis textos aunque cada sílaba es como música para mis sentidos.
y yo te consolaba. canalladas inertes, tu esclava en peligro de muerte al cantarte un soneto.
las hojas caían por cada mes viajero de enero a marzo, recaí en febrero.
adicción lo llaman mas estos meses han sido veneno...

y bonito recuerdo tu pelo, lacio más que húmedo, teñido por el terciopelo.
el momento se fue, te deshiciste de él, bajé en la primera estación de un tren austero.

frialdad al mirarte, cuando por dentro no puedo, tristeza casa con risa, mirada si es precisa en las páginas de un triste cuento.

pronuncié mi discurso, así llora un difunto, mis fallos ahora se acentúan a la vez que tú, amado, echas el vuelo.

Mi finiquito.

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