Más importante que cualquier ruina por
descubrir, es tu existencia para mis inexistentes atuendos mentales.
Vas y regresas,
y no te aclaras con el destino a
sabiendas de su paso.
Como aquel que inventó un paso de
baile clandestino
No sé si quizás, acaso y
temporalmente fuiste, eres y serás mi ruina.
Mi templo egipcio.
Mis pinturas góticas.
Mi Venus de Milo
Una obra hecha el arte de la carne, un
realismo que admiro.
Ojos sujetos a un sujeto, ¿por qué te
alejas?
Abandonando las bases de mi nido.
Dos vidas amarradas a un silencioso
grito,
ni más ni menos que envidioso, cruel y
vacío
y otra vez el no saber por qué te
quejas,
tirando por tierra los restos de tu
anillo...
Pena el no volver a oír tus cuerdas
desafinando al paso de mi orquesta.
Suerte que guardo tu paño con el mío.
Nunca fue buena propina el perdonarme,
tu desinteresado afán por abrazarme
cobró sus pelas al oído.
La gente no cambia y odio que me lo
recuerden,
¿y qué si creo en falsos inocentes y
presidiarios incomprendidos?
Si la maldad abunda, mis habilidades de
reconocimiento perecen,
poseo en bancarrota muchas promesas
pidiendo auxilio
Pero mi realidad es diferente,
me fié de otra gente,
la magia no existe
y tú ya no estás presente.